La incapacidad permanente absoluta es el nivel máximo de incapacitación laboral reconocido a un individuo y se da cuando no puede ejercer ninguna ocupación o profesión de manera permanente. Es decir, es aquella que inhabilita por completo al trabajador para toda profesión u oficio. Popularmente, también se conoce como invalidez absoluta.
La persona afectada debe haber seguido el tratamiento médico adecuado y haber agotado todas las opciones disponibles, lo que implica que no hay posibilidad de curación o mejora, al menos a corto plazo.
Ejemplos de afecciones que pueden llevar a una incapacidad permanente absoluta son trastornos depresivos crónicos, cardiopatías o afecciones graves en las estructuras óseas y articulares (como hernias, lumbalgias o estenosis, entre otras).
A menudo, se confunde la incapacidad permanente absoluta con la incapacidad permanente total, pero se trata de situaciones distintas. En el caso de la incapacidad permanente total, la persona no puede desempeñar su profesión habitual, pero todavía podría dedicarse a otra diferente.
Una incapacidad permanente absoluta no implica únicamente un período de inestabilidad económica, sino la pérdida de una fuente de ingresos de manera indefinida.
Aunque, si se cumplen unos requisitos, la Seguridad Social puede conceder una prestación por incapacidad permanente absoluta, ésta difícilmente puede compensar la pérdida de poder adquisitivo que supone no poder trabajar.
Por este motivo, existen seguros que responden ante situaciones tan graves como una incapacidad permanente absoluta, como es el caso del seguro de vida.
Como ya sabes, la principal cobertura de un seguro de vida es la de fallecimiento. Pero no es la única, pues este tipo de póliza puede proteger a la familia ante otros supuestos que supongan una pérdida de ingresos, como la incapacidad permanente absoluta o incluso enfermedades graves, como un ictus, un ataque al corazón o un cáncer.
De este modo, los seguros de vida que incluyen estas coberturas garantizan un capital que ayuda a salir adelante ante estas situaciones difíciles.
Aunque el seguro de vida no puede compensar la totalidad de los ingresos perdidos por la incapacidad permanente absoluta, sí proporciona ayuda a las familias para cubrir la falta de ingresos durante un período de tiempo, lo que les permite reorganizarse para enfrentar el futuro y afrontar pagos importantes como hipotecas, estudios de los hijos y préstamos.
El matrimonio y la paternidad son detonantes frecuentes para contratar un seguro de vida, de modo que si algo pasa a aquellos que más aportan a la economía del hogar, la familia pueda seguir adelante.
No obstante, en la actualidad, personas solteras y sin hijos apuestan cada vez más por los seguros de vida, representando ya el 37,1% de los tomadores. Esto les brinda protección personal y asegura ingresos en caso de enfrentar situaciones que les impidan seguir trabajando.
Por otro lado, los profesionales autónomos también suelen optar por este tipo de seguro debido a que su tipo de cotización influye en las condiciones de la ayuda de la Seguridad Social.
Por último, es importante señalar que los seguros de vida actuales no solo ofrecen cobertura en situaciones difíciles como el fallecimiento o la incapacidad permanente absoluta, sino que también proporcionan servicios relacionados con la salud y el bienestar que permiten amortizar las primas desde el día de la contratación, sin necesidad de que ocurra nada grave.
Un seguro de vida es una gran opción para proteger el futuro propio y el de los seres queridos, y hoy en día, es asequible en términos de precio. Si estás considerando la posibilidad de contratar un seguro de vida, puedes buscar una oficina o agente Ges que resuelva tus dudas y te ayude a calcular un presupuesto para tu caso particular.